martes, 31 de enero de 2017

Ruta 1



Walt Whitman que fue llamado el primer poeta de la democracia estadounidense escribió en el prefacio de 1855  de su magna obra  Hojas de hierba lo siguiente: “La prueba de un poeta es que su país lo absorba sentimentalmente de la misma forma que él absorbió a su país”. 

Con un escrito así , pero de contenido diferente , pero de este mismo escritor norteamericano, uno de sus grandes poetas decimonónicos, pero de enorme influencia posterior en el mundo literario estadounidense -los integrantes de la Beat Generation, por ejemplo- , europeo - Oscar Wilde- y latinoamericano - Lorca, Borges o Neruda- es lo que le sirve de base al director Robet Kramer para realizar una compleja y larga película que lleva por título Route 1. 

Kramer al igual que Whitman creía que había una vital y simbiótica relación entre el poeta - aquí narrador audiovisual- y la sociedad realizándolo desde una poderosa primera persona narrativa. 

Kramer al igual que el escritor errante nacido en Nueva York en 1819, toma como ejemplo del americano tan épico como digno no la figura del gran héroe apostando por asumir la identidad de la gente común. Tras asumir esa identidad el poeta y el director gustan reflexionar sobre el gran impacto que de la urbanización , pasada y reciente, y con ella sobre el alto grado de deshumanización que viven sus habitante. 

Es más, Kramer adopta el estilo de vida vagabundo de Whitman y lo hace a través de un personaje de ficción que es asumido en pantalla por Doc, en la vida real el actor Paul McIsaac. 

Para entender esta compleja visión de la vida y de la narración, Robert Kramer , integrante de lo que se ha venido en llamar en algunos países como cine militante o cine de guerrilla, aunque en realidad sea un cineasta norteamericano independiente perteneciente a la vanguardia contracultural norteamericana nos presente este viaje por la cara B de la costa oeste de los Estados Unidos, muy alejado del glamour de la Quinta Avenida o de las pudientes áreas residenciales de Boston, Nueva York , Miami o Pennsylvania. 

Robert Kramer, era un director alternativo, antiguo estudiante de la filosofía y la historia de Europa del Este en el Swarthmore College (Swarthmore , Pennsylvania) , siempre se ha dedicado al cine político desde su militancia. Tras salir en 1975 de unos Estados Unidos que no le satisfacían, marcha a Europa , se instala en Portugal donde con una cámara de 16 mm y sin dinero en el bolsillo, rueda los efectos dramáticos de la intervención de Henry Kissinger en Portugal durante una revolución de los claveles , que liberó al país más de cuarenta años de salazarismo y que concreta en la película Escenas de la lucha de clases en Portugal , 1977. 

Desde el otero portugués miraba a su país, que vive en los ochenta su era Reagan y , finalmente, para hacer una película para reflejar esos Estados Unidos de hoy, por lo que busca financiación en Francia a través de La sept. 

Como suele ser habitual en este tipo de cine, la película cuenta con un muy pequeños equipos de rodaje que se hará en lugares públicos o privados sin permiso. Es un cine producido fuera de los conglomerados de medios yendo más allá de la tecnología. Se basa en presentar fórmulas y principios éticos y presenta un lanzamiento limitado . El resultado es Ruta 1 o Route One, dirigido, escrito y fotografiado por Kramer, Ruta Uno / EE.UU. de 1989 película épica "cuatro y cuarto nada menos que en la América de hoy," es un hito en la carrera de Kramer y , para algunos críticos, con ella da comienzo la historia del documental americano. Route One es una película del año 1989 de una duración de 255 minutos, que nosotros hemos visto en dos partes, que como he dicho anteriormente ha sido dirigida , escrita, montada y fotografíada por Robert Kramer 

La película cuenta con un productor Ricardo Copán que coordina esta coproducción británica, italiana y francesa en la que intervienen Les Films d'Ici , La Sept Cinéma , Channel Four Films y la Rai 3 distribuido por Interama. Además del actor Paul McIsaac y el mismo Kramer, la película tiene un encargado de sonido ya en estudios como Jean-Pierre Laforce que participa como mezclador , así como Olivier Schwob y Pierre Choukroun que también participa en la edición junto al mismo Kramer, Guy Lecorne, , Claire Laville, el hijo del director, Keja Kramer. La película cuenta con una magnífica banda sonora de tintes jazzísticos en la que participa Barre Phillips 

En el reparto, además de Paul McIsaac como Doc, hacen su aparición los candidatos presidenciales Jesse Jackson y Pat Robertson, entre las caras más conocidas. 

La película comienza cuando Robert Kramer y su personaje de ficción Doc regresan a la de Estados Unidos después de varios años de ausencia. Doc es un veterano de guerra que trabajó la última década como médico en el África. Kramer, por su parte, pasó su exilio en Europa rodando películas. 

El regreso de ambos le sirve a Kramer (director, fotógrafo y coprotagonista) como excusa para proponer un viaje por las viejas colonias, para reencontrarse con los lugares donde crecieron, mientras que Doc busca un lugar donde asentarse. Ambos (Kramer y Doc/Mc Isaac) se habían "exiliado" voluntariamente de Estados Unidos en 1980, y diez años después decidieron regresar para recorrer su país ("no digamos volver a casa sino simplemente volver", acordaron) a través de una de las principales arterias que lo atraviesan: la Ruta Uno, que une Fort Kent (en la frontera con Canadá) con Key West, Florida, cubriendo toda la costa Este. 


Ello les lleva a bajar a lo largo de la costa este y filmar su viaje en esta particular y autentica interpretación de una "road movie". 

Doc comienza el camino bañándose desnudo en helados rápidos de frontera y leyendo a Whitman "que es la América que amo, para poder enfrentar a esa otra que odio". 

Comienza en Fort Kent, en la frontera con Canadá donde habla con algunos miembros de una comunidad india que convive o se ignora con americanos blancos. Allí una anciana de pura raza india le dice que su nieto se ha casado con una mujer de la ciudad. En su tersa manera de decirnos que esa Nueva Inglaterra no le gusta mucho. 

Más al sur entra en contacto con un grupo de cristianos que escuchan a un predicador extremista y entra en la campaña electores de Pat Robertson. La gente de clase media recauda dinero para la campaña presidencial de Pat Robertson. 

Las personas llevan carteles que dicen "Jesús ama a los niños pequeños" frente a una casa de tablillas blancas con una valla de piquete blanca: una clínica de aborto donde Doc se esconde detrás de las persianas con una mujer que trabaja allí. Está enojada por el odio que siente de los manifestantes. Doc encuentra un clan de brujas y un ministro rabioso que riega contra Disneyland como un signo de la decadencia moral de Estados Unidos. 

Al proseguir su viaje hacia el sur, entra en una decadente Boston en la que Doc habla con personas que trabajan en una cocina de social, con inmigrantes latinos, que chicos de 18 años que se casan y comparte una bebida con un hombre sin hogar que dice que robó y suplicó, pero logró enviar a sus hijos a la universidad. 
Y en Bridgeport coincide con la conmemoración del "Thanksgivings" , el día de acción de gracias en una comunidad regentada por una cubana que intenta ayudar en la comunidad de color que vive en un área depresiva y en la que quiere presentarse como alcalde un candidato de color. 




Ya en la segunda entrega comienza con la entrada de Doc por Nueva York, muy alejado de las torres gemelas, instalándose en un área marginal de la ciudad poblada por hispanos y negros. Doc se centra en sus caras y las experiencias vitales de los chicos y chicas, su contacto cercano, casi familiar , con las drogas, especialmente el crack y con el sida, que en esos finales de los 80 arrasan especialmente a las clases más desfavorecidas. 

Tras unos días en la ciudad en la que vemos el contraste entre la jet set y sus fiestas benéficas y recaudatorias, cercanas a la Navidad y el día a día de trabajadores sociales y maestras que están en las trincheras de la realidad, incluso de la miseria más real. 

Tras entrevistarse con ellos y especialmente Doc (Paul Mc Isaac) con alguna enfermera y con alguna asistente social aparece alguna conversación que refleja el papel de él y de ellas. Una joven enfermera afroamericana en una habitación iluminada por tubos fluorescentes le dice "La nuestra es una guerra lenta: en Estados Unidos cada día muchas personas mueren de hambre o de SIDA y por muchas otras causas evitables. Cada día, cuando vuelvo a mi casa no soy la misma persona que ha salido por la mañana", dice . Y Doc le pregunta a una ¿asistente social? también de color."¿Cómo hiciste para sobrevivir tanto tiempo en un lugar como ese, sin las cosas que tenemos aquí, sin saber el idioma, con gente tan distinta?" "No lo sé", responde ella. Doc que viene de Africa le dice que él sobrevivió combinando su militancia revolucionaria con el ejercicio de la medicina. "La revolución me ayudó mucho –intenta explicar el médico–. Es algo que te da fuerzas, y que está por encima del quehacer cotidiano. Después me ayudaron las drogas y el alcohol." 

Finalmente Doc opta por marchar, cruzando uno de los puentes y llegando, entiendo a New Jersey, ciudad en la que dice Doc que vivió en familia. Nos habla de la figura de su padre, hombre justo y equilibrado, que le hizo hacerse un hombre honesto. 

Antes de salir de este Estado va a Candem, la ciudad que vio vivir y morir a su adorado Walt Whitman, poeta- padre del verso libre y cercano a la prosa-, y enfermero voluntario como Doc, pero él durante la guerra de secesión, y como éste ensayista que reflexiona sobre la sociedad norteamericana que ve y que recorre, y como periodista y humanista estadounidense quiere dar testimonio de que aquella américa existe. El trabajo de Whitman se inscribe en la transición entre el trascendentalismo y el realismo filosófico y autor del famoso poema O Captain! My Captain! (¡Oh, Capitán! ¡Mi Capitán!) en homenaje a Abraham Lincoln después de su asesinato.. Su obra maestra, Hojas de hierba, fue publicada en 1855, costeada por él mismo. El libro fue una tentativa de tender los brazos hacia el ciudadano común con una épica americana. Allí intenta visitar, pero no puede al estar cerrada y en obras  la Walt Whitman House del número 328 de la calle Mickle, estando desgraciadamente para él cerrada como parte del país que descubre. Whitman utilizó imágenes y símbolos inusuales en poesía como hojas podridas, ramitas de paja y escombros. 

Tras salir del Garden State sus pasos le llevan a Pennsylvania y más concretamente a Philadelphia, donde nos muestra , por un lado, la sala en la que se redactó la constitución de 1787 y que es presentada con orgullo por uno de sus vigilantes, haciendo mención a la separación y equilibrios de poderes que en ella se contenía y mantiene. Esperemos que Trump respete esos equilibrios. 

Tras eso se encamina hacia la capital de los Estados Unidos parándose previamente en Arlington, el gran cementerio militar del país, en el que se les honra a los militares que han dado la vida por él. Allí, frente al enorme mármol que presenta todas las víctimas militares norteamericanos en un conflicto bélico, reflexiona , pero también nos habla él y algunos de los visitantes sobre el conflicto más cercano en aquella época: Vietnam. Habla de esa juventud que pierde la vida y sin ser crítico con el conflicto equilibra su opinión con la de los turistas que visitan en el monumento, alguno de los cuales estuvo allí y busca a los compañeros en armas perdidos. 

Tras eso nos muestra escena del Capitolio y , en concreto, de la imagen del Lincoln, figura que veneraba Whitman, pero a la par haba de ese otro Washington poblado de trabajadores Salvadoreños y de otros países de América Central que buscaron cobijo en la receptividad norteamericana ante las persecuciones. Así conocemos un par de historias terribles de un hombre colocado en el centro de la diana por los Escuadrones de la Muerte salvadoreños y una chica, que ahora ayuda a otros inmigrantes, pero que antes de salir del país fue violada delante de sus hijos, y que en su desesperación llegó a pedir hasta que los mataran, antes de que ellos fuesen igualmente torturados. ¡Terrible! 

Esa misma persona relata a Doc como ahora está integrada en la sociedad trabajando como asesora laboral para la Comunidad Latina de la ciudad federal y como aprende inglés junto a otros latinos. 

Allí en su trabajo conocemos a otros chico que nos relata las dificultades para llegar a los Estados Unidos mientras cruzaba Guatemala y México, como intentaron robarle en la frontera y cómo se jugó la vida por conseguir llegar a su destino e busca de una mejor vida. 

Finalmente, Doc prosiguiendo por su Ruta 1 hacia la frontera sur del país llegando a Fort Bragg, en Carolina del Norte, llamado así en honor a Braxton Bragg, un militar veterano de la guerra México-Estados Unidos del siglo XIX, y ya en las cercanías de La Fayette. Allí nos narra que pasó parte de su juventud en una base militar del Ejército de los Estados Unidos formándose en el cuartel general del XVIII Cuerpo Aerotransportado, la 82.ª División Aerotransportada y el Mando de Operaciones Especiales del Ejército. Esos fueron algunos momentos que colmaron su juventud y para ello se entrevista con soldados, suboficiales de entrenamiento y oficiales. 

Poco después va a ver a un amigo, creo que Bill, ahora periodista y que fue su compañero de armas y que ahora investiga sobre las agresiones a la comunidad gay del Estado por supremacistas blancos. Allí entrevista a un transexual. 

Tras despedirse de su amigo, que le cuenta que hace años recibió un disparo en la cara, marcha encontrándose con hombres solitarios, algunos héroes de guerra con muchas medallas, que viven en la soledad de los bosques del área sur de los Estados Unidos.

También la cámara visita y entrevista al dueño del Museo de las Historias de las Tragedias EE.UU., que tiene, entre otros muchos artículos, el coche en el que murió Jayne Mansfield; en la misma medida que escuchamos las declaraciones de Jessie Jackson.


Entrando más tarde en Florida donde visita de manera panorámica la base aeroespacial de Cabo Cañaveral, Miami City, donde alquila una casa cerca del puerto, un espacio llena de tráfico portuario, pero también de personas que viven y malviven,  y en dónde Doc inicia una historia de amor con una empleada en un bar cubano y, finalmente, el viaje acaba en Key West, donde un hombre limpia la suciedad allí justo donde pone The End of Route 1. 

Después de cuatro horas y media de metraje y tres mil kilómetros recorridos, no queda nada por decir: no hay discurso de cierre ni juego conceptual de imágenes; sólo el atardecer gris de una playa cruzada con cemento. Los bordes del imperio industrial acabando así la película. 

Robert Kramer presentó su película documental de este modo: "En 1936, era el camino más utilizado en el mundo, y en 1989, presenta a lo largo de vastas carreteras, el mismo recorrido pero ya lleno de suburbios, es una delgada franja de asfalto en la que aparecen como pesadillas lo que fueron los viejos sueños del país. Cuando filmé durante cinco meses a lo largo de este camino, no me sentí obligado a cruzar por el pasado, sino más bien a revelar el presente a la sombra de los intercambiadores, de los centros de la ciudad de cristal y del acero ...estábamos en el presente, en unos tiempos difíciles. " 

Robert Kramer encuentra en Doc, interpretado por Paul McIsaac , un personaje de ficción recurrente  que ya estaba presente en su anterior película , Doc´s Kingdom (1987). 

Ellos deciden viajar los 5000 km de norte a sur de la Ruta para conocer a la gente, volviendo sobre la ruta por la historia del país.Por tanto, Robert Kramer integra un personaje de ficción en una película documental. Mc Isaac ya había trabajado en dos películas de Kramer, Ice (1969) y Doc’s Kingdom (1987). En ambas interpretó a este tal Doc, primero como un ciudadano que elige la vía armada y luego como un viajero solitario por Africa y por la capital portuguesa, Lisboa. 

Route One cierra entonces esta curiosa trilogía en la que la ficción y el documental se combinan hasta desdibujarse, hasta desvanecerse como categorías. En su viaje errante y casi vagabundo como Whitman, los dos , cámara y actor, se mueven con mirada militante, se cruzarán con predicadores , influyentes políticos de derecha como Paterson o Jessie Jackson, unos de los líderes demócratas de l comunidad negra, pero también con cinturones industriales donde reina la pobreza, la marginación, la alta tensión étnica, la lucha de los postergados por conservar la vida y la dignidad, la opulencia de unos pocos... con el peso de una historia de tres siglos, repleta de héroes, pensadores, artistas, víctimas y victimarios, cuyos rastros quedaron en museos y monumentos. 

La película documental y de ficción de Kramer rompe la imagen fresca y nada crítica de los Estados Unidos para presentarnos un fresco de miserias alejada de las ficciones hollywoodenses. 

Afortunadamente esta imagen crítica de los Estados Unidos si fue recogida más tarde por el cine, incluso por series como The Wire, que nos presenta la situación compleja y, en ocasiones críticas, de Baltimore, por poner un ejemplo. Kramer, creo, que puso su punto de atención en aquellas personas que trabajan, sueñan, pelean, sufren, crecen, mueren y o hacen , en ocasiones, en dificultades extremas. Frente a esa realidad Kramer y Mc Isaac eligieron la contemplación, el dejar "que las voces hablen". La pretendida "objetividad" documental viene dada ahora dando voz a los marginados del Este que, no tienen reparos en dar su testimonio a los realizadores, bajo cuya mirada todos esos hombres postergados también luchan una guerra lenta, ineludible. 

La película parte de las más de 65 horas de material rodado a lo largo de los cinco meses que lo llevaron por la famosa autopista que atraviesa el país desde Maine hasta Key West, Florida. Fue rodada en Boston, Massachusetts, Bridgeport, Connecticut, New York City, New York, Philadelphia, Pennsylvania, Carolina del Norte, Cape Canaveral , Miami y Key West, Florida. 

La película se estrenó en Canada el 10 de septiembre de 1989 en el Toronto Film Festival. Más tarde lo hizo en el Berlin International Film Festival en la por entonces República Federal Alemania en 14 de febrero de 1990 y en Amsterdam el 7 de septiembre de 1990. Desde allí tuvo un estreno limitado en los Estados Unidos el 2 de noviembre de 1990 en New York City. En enero de 1991 se estrenó en Francia y hasta el inicio de este milenio no se ha estrenado en otros países como Argentina el 21 septiembre del 2000 y en 2002 cuando se presentó en Buenos Aires en el International Festival of Independent Cinema. Y hace unos dos años tuvo su lugar de presentación en el Kobe Documentary Film Festival, en noviembre de 2015. 

Para Nicolás Carrasco,  Route One es una obra monumental tanto por la envergadura del viaje que registra (más de cinco mil kilómetros), como por su metraje de cuatro horas como por sus intenciones , mostrarnos lo que habitualmente no vemos de los Estados Unidos. Una obra que navega libremente en las aguas del diario fílmico y del cine ensayo, del falso documental y del road movie, abarcando tantos temas como personajes y situaciones. 

El film funciona en un primer nivel como una invaluable cápsula de tiempo. Muestra el viaje de estos exiliados, el real y el ficcional, y, a través de éste, se traza un retrato colectivo de la Norteamérica de Ronald Reagan. Frente a la cámara de Kramer, a través de conversaciones con Doc, desfilan todo tipo de personajes y se revelan sus mundos privados. Empresarios, políticos, soldados, activistas sociales, manifestantes, indios, obreros, predicadores ..., todas son retratados en escenas que tienen en común el tono melancólico. 

Por otro lado, el film también describe el trabajo humano y los procesos mecánicos, con especial atención a las fábricas y a su ritmo de producción, ya sea el envasado de pescado o el funcionamiento de un aserradero, la limpieza de una plaza o la fabricación de tableros de Monopolio. Estas escenas ilustran la fascinación del director por el mundo en constante estado de cambio: por las diferencias que se han dado en su década de ausencia y que lo hacen sentirse como un extranjero en su propio país. Route One/USA es sobre el regreso a la propia tierra para (re)descubrirla como ajena, con todas sus contradicciones. Para enfrentarla como si fuera otro lugar, desconocido. Para encontrar que las luchas y las utopías por las lucharon diez años antes han sido ahogadas por las drogas, el sida y la violencia urbana, y donde sólo queda lugar para la soledad y la melancolía. “Todo es diferente y nada ha cambiado”, nos dice Doc al comienzo del viaje. La filmación, en este caso, le sirve a Kramer como un medio para resolver esta crisis personal. El viaje como búsqueda urgente de identidad.

Cuando la película se presentó en Nueva York la crítica Caryn James escribió el 2 de noviembre de 1990 sobre Ruote One en el The New York Times lo siguiente: " A principios de la "Ruta 1 / USA", la epopeya de Robert Kramer de cuatro horas y cuarto de duración, trata nada menos que sobre que es América hoy en día, por medio de un personaje de ficción llamado Doc que lee "Song of the Open Road"de Walt Whitman . Después de 10 años de práctica de la medicina en África, quiere algo para medir lo que ha cambiado en América y seguramente encontrará a medida que viaja por la Ruta 1 desde Canadá a Key West, Florida. 

Milagrosamente, "la Ruta Uno" nunca es tan simple o nostálgica como su invocación a Whitman pudiera sonar. Doc, interpretado con asombrosa facilidad por Paul McIsaac, rara vez mira hacia atrás. En cambio, el Sr. Kramer utiliza los encuentros de su actor con personas reales para crear un retrato interminablemente fascinante de las actitudes de finales de 1980 hacia la religión, la raza y la historia, capturándolos en sus orígenes populares. (...) La presencia del Sr. McIsaac da a la "Ruta 1" un generoso tono no-didáctico y su coherencia. El Sr. Kramer sigue siendo una presencia invisible detrás de la cámara,(...). Pero Doc es una presencia maravillosamente fuerte, un hombre que ha regresado a América con una curiosidad insaciable y sin prejuicios. Le permite al Sr. Kramer dar forma a los dramas de interacción a pequeña escala. La película funciona mejor cuando Doc sigue siendo un hombre sin mucha historia. Pero un poco más de dos horas en la película, llega a Nueva York y decide tomar otra oportunidad para practicar la medicina en una escuela en la que los niños conviven con la droga. De repente, la persona de ficción del médico se convierte en un dispositivo consciente de sí mismo, y socava la sensación documental de la película. A partir de entonces, "Route One" es menos uniforme. 

A través de esta película , Kramer ha dado un testimonio lúcido y apasionado de la lucha militante así como de los cambios ideológicos producidos en el mundo en un momento cercano a lo que se vino en llamar Francis Fukuyama, El fin de la historia en el que la Historia, como lucha de ideologías, ha terminado, con un mundo final basado en una democracia liberal que se ha impuesto tras el fin de la Guerra Fría.. Supongo que esta declaración de Fukuyama dolió expresamente a Kramer, un hombre comprometido e hijo de un médico fundador del movimiento The Newsreel, una cooperativa de cineastas dedicada a filmar noticieros que estuvo entre las primeras que produjeron filmes acerca de la guerra de Vietnam y su impacto en Estados Unidos, y que falleció en Rouen, en 1999 durante el trabajo de montaje de Cités de la Plaine. 

Es lógico que para un hombre como Robert Kramer que cuestionaba las políticas tanto internas como externas de su país, al que le gustaba cabalgar entre el documental y la ficción, que estuvo como afirma Doc en Vietnam, donde filmó People's War, un filme contra la política exterior estadounidense, un buen conocedor de la juventud americana marginada de la vida política y económica oficial esta declaración le dolería. Pero está claro que en él no cejó la idea de hacer un cine perturbador y que llamara a la conciencia y como alguna vez declaró "Queremos hacer películas que molestan, que socavan nuestras suposiciones, amenazantes, difíciles de vender que explotan como granadas en las caras o en las mentes abiertas ...". 
El crítico Vicent Canby escribió en el New York Times que "su director es uno de los realizadores más interesantes que tenemos y esto es increíble que no puede encontrar financiación nada más que en Francia " , donde vivirá hasta su muerte prematura no sin antes dejarnos películas como Notre Nazi (1989) sobre Thomas Harlan, Point de Départ (1992), un documental sobre los cambios sufridos en la sociedad vietnamita, o en 1996, Walk the Walk, reflexión sobre el estado de Europa, partiendo de una familia y de cómo ve ésta a Rusia. 

En los últimos años fue profesor en Francia, y pudo además terminar su última película Cités de la Plaine (1999), un film de carácter experimental, antes de que una meningitis acabara en Rouen (Normandia) con su vida a los sesenta años. 

Para acabar sólo informar que para ver esta auténtica "road movie" tómate tu tiempo, que se mueve con la libertad y el desorden de jazz más auténtico, sin un guión definido, salvo el que asume Doc para su personaje,  y hazlo con el corazón y con el espíritu si lo que quieres es sentir honestidad y verdadero amor por hacer otra tipo de cine. Un cine  que Kramer entendió  para analizar su país como que lo hubiese pedido Whitman si hubiese conocido el séptimo arte “(...) que su país lo absorba sentimentalmente de la misma forma que él absorbió a su país”. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario