jueves, 23 de enero de 2014

Del Miño al Bidasoa, un libro de viajes


El descubrimiento de la televisión a la carta de RTVE ha sido para mí una enorme sorpresa y un magnífico yacimiento de series , documentales, documentos para mi trabajo, etc... de un enorme valor y, es en este punto donde habrá que reconocer el valor de servicio público que tiene el ente estatal. Dentro de las muchas y buenas cosas que he encontrado - y que me han permitido ver en estas semanas anteriores la mítica serie de La saga de los Ríus, ya comentada unas auténticas joyas, unas conocidas y otras no, y de entre estas ultimas destaco la que visto en esto dos últimos días  convalecencia en casa. Se trata de una serie basada en una obra de Camilo José Cela, Don Camilo, y más concretamente una de sus obras de viajes. Estamos hablando de la obra que lleva por nombre “Del Miño al Bidasoa". Se trata de una obra que pude leer allá por los ochenta. Lo leí en Trassierra, pues era el sitio en que mi padre dejaba parte de los libros de viajes de Cela, conjuntamente con el ya clásico Viaje a la Alcarria, o Viaje al Pirineo de Lérida.

El libro era una descripción de un viaje protagonizado por un Vagabundo por toda la cornisa cantábrica. El libro invitaba a caminar y a soñar con esos viajes mochaleros que más tarde tuve la fortuna de realizar y que retomé cuando pude hacer hacer tres años, ahora acompañado de mi mujer y mis hijos, los últimos cien kilómetros del Camino de Santiago. Una maravilla.
El libro es muy al estilo de Don Camilo. Es decir de buenas y concretas descripciones, y en fonda las sentencias son auténticas joyas literarias.
La serie fue producida por Televisión Española. Es del año 1990, sin embargo, parece mucho más antigua por la imagen , incluso por el tono narrativo. Evidentemente está basada en la obra del premio nobel gallego y la sigue casi literalmente. Como protagonistas tiene a un narrador, a un vagabundo y a su acompañante. A estos dos ultimos se les irán uniendo otros curiosos personajes.
José Briz Méndez fue el director de la serie, realizador de Televisión Española y autor de varios episodios de las series Los ríos y Cuentos y leyendas. El mismo José Briz participó en la adopción de la obra y en el guión de la misma con Mariano Tudela y José Esteban. La producción estuvo encabezada por Juan Mauro y José Carvajo, éste como productor ejecutivo. En otras cuestiones técnicas la serie contó con Félix Sánchez como figurinista Jose Antonio Arigita como el encargado del sonido directo, la fotografía de José Luis Cabañas y el montaje de Miguel Ángel Santamaría y la música de Carmelo A. Bernaola.

La película está protagonizada en sus principales papeles por  Nicolás Dueñas como El vagabundo,  José Antonio Labordeta como DuPont, omnipresente desde el capítulo segundo, y sellos se le unen otros personajes en cada uno de los mismos , como es Manuel Lourenzo, el Benitiño del primer capítulo.

Junto a ellos, Jesús Guzmán en el papel del buscador de palabras don Ferreol,  Juan Polanco, que hará de Indiano en el tercero,etc. El narrador en off, siempre será el mismo, el gran Antonio Ferrandis. El resto de los actores que componen el reparto de la serie son intérpretes no profesionales y han sido elegidos por José Luis Briz, con ánimo de dar mayor credibilidad a los papeles.

La serie de divide en cuatro capítulos de una hora, aproximada, de duración, y que corresponden con las cuatro o cinco comunidades que irán cruzando los protagonistas. El primer capítulo se centra en Galicia y lleva por título Trancos galicianos. El segundo se adentra en Asturias y se titula Caminando caminos de Asturias, mientras que el tercero recorre Cantabria en La verde y civilizada tierra de Cantabria. El cuarto y último se adentra en Vizcaya, apenas sabemos de los que recorre de Guipúzcoa y acaba en la muga entre los territorios vascos y navarros, concretamente, en Vera de Bidasoa en el capítulo Hacia levante, el País Vasco.
Y es que como he leído en una web, K130,  No se puede separar el camino de las historias de viajeros, sean del tipo que sean. Y aunque se trate de un viaje a pie por la España rural del norte. "Del Miño al Bidasoa. Notas de un vagabundaje" narra el viaje a pie que hace un vagabundo, desde el Miño, en la raya con Portugal, hasta el Bidasoa, en la raya con Francia, a través de Galicia y las comarcas cantábricas. Y ahí acaba su argumento, que el lector no espere más sobresaltos narrativos.
El vagabundo, Nicolás Dueñas, es una manera de llamarse al propio Don Camilo, quien realizó en realidad el viaje. En parte se acompaña de Dupont, otro vagabundo con pretensiones profesionales en el campo de la fabricación de molinillos de papel. Ambos van caminando sin prisa, contemplando el paisaje, sin más necesidades más allá de encontrar algo de comer y un lugar donde echar un sueño.
Conjuntamente van reivindicando la figura del vagabundo y el holgazán sin estridencias, con humildad, sin la hidalguía que concede la holgazanería cuando se ejerce con espíritu revolucionario.
A través de su periplo, el vagabundo y Dupont admiran no sólo los incomparables paisajes cantábricos, también a un rosario de personajes que son como una rara piedra encontrada en medio del barro del camino. Con la mayoría de ellos los protagonistas comparten camino, cuneta, mesa, café, vino y viandas. La comida, esa gran necesidad, pero también el disfrute, como la charla.
Prólogo de "Del Miño al Bidasoa" Don Camilo debió de realizar el viaje a principios de los años 50 (La novela se publicó en 1951). Parece que ensalzando los paisajes de la geografía española y esquivando controversias políticas y morales, no tuvo problemas con la censura. Y eso que los personajes destruían el mito del ciudadano trabajador y hogareño y estaban mas fuera que dentro del sistema.
"Del Miño al Bidasoa" fue emitida por Televisión Española entre el 11 de noviembre de 1990 y el 2 de diciembre del mismo año. La dirección corrió a cargo de José Briz. Los principales personajes fueron encarnados por el actor Nicolás Dueñas en el papel del vagabundo y José Antonio Labordeta, que se acostumbró aquí a viajar con su mochila, en el papel de Dupont.

La serie intentó ser lo más fiel con la novela y con al realidad. Como se hizo en vida del autor, suponemos que tuvo su aprobación.
La serie arranca con una escena clave en la obra: Un vagabundo llamado Camilo José, caballero de la Orden de los Caminos, participa en la romería de Santa Marta de Ribarterme, con su ataúd a cuestas, en agradecimiento a la Santa por haberle librado del oficio de difunto.Desde allí el vagabundo se dirige a Padrón patria chica del escritor y le rinde un homenaje ante su estatua, guiñándole un ojo. Tras ese punto y habiendo hablado con un ventero y bebido el omnipresente Ribeiro marcha a Santiago. Le recibe como el lógico la lluvia, pero también un tonto, los tontos son buenos compañeros de los caminantes, aunque éste le deja cuando va a comer en un bar del que salen ruidosos estudiantes. Más tarde, se dirige hacia el sur y un Forense se encuentra con quien considera su primo, Benitiño, con quien tras visitar el puente - donde se encuentran una iglesia y la fuente termal de las Burgas. Más tarde, se dirige hacia el norte y sus pies lo encaminan a la betusta Betanzos, adentrándose más tarde en Mondoñedo, donde recuerda al gran Cunqueiro. Más tarde, sus pasos le llevan a Ribadeo, por donde camina y desde donde sale, tras vender unos peces.
El siguiente capítulo se centra en Asturias. Una vez cruzado el Eo sus pasos lo llevan a Castropol. Un accidentado camionero se convertirá su compañero, aunque antes el vagabundo encuentra a un viejo amigo, funambulista en el tiempo, y hoy vendedor ende molinillos de papel. Desde ese momento será su compañero hasta el fin de la historia.

Con él recorre toda Asturias, tanto la rural como la urbana. Curiosamente es aquí donde no paran de preguntarse por si es el tonto de tal o de cual, respondiendo el siempre con cortesía. Ambos, el vagabundo como Dupont, comen y beben , y vuelven a beber. Manifiestan que el líquido es mejor dentro del cuerpo que fuera del mismo, especialmente si del mar hablamos.
Un paso más lleva a nuestros protagonistas a Cantabria. Tras charlar con el buscador de palabras Ferreol, sus pies los llevan a Torrelavega, en donde el éxito en la ayuda les da dinero suficiente para comer y beber, especialmente en Solares, donde piden vino su que el resto beba agua. Irán igualmente a la elegante capital santanderina, donde hablan de amigos relevantes y sus pisadas los llevan a Castro Urdiales.

Cuando Dupont y el vagabundo se alegan de Castro Urdiales entran en el País Vasco. A partir de este momento los caminantes entran en Bizkaia.

La serie, en este capítulo, se rodó en el barrio de San Julián, en Muskiz, en el Valle de Trápaga, Portugalete, Zorroza y Bilbao.



Con las fábricas como constante referencia, el realizador se fijó en industrias que a buen seguro no existían al paso de Don Camilo, pero le debieron parecer más aparentes para ilustrar la serie. "El vagabundo piensa que la industria es algo que tiene escasa defensa, algo que hay que tolerar porque es necesario y útil para los demás, pero no por ninguna otra razón. El vagabundo, entre vivir sin industria, más tranquilo pero menos cómodo, o con ella, menos incómodo y más desasosegado, piensa que es mejor lo primero. Si no, no sería vagabundo: sería, en vez, perito agrícola, o registrador de la propiedad, o ferretero. El vagabundo piensa también que las dos posturas tienen, evidentemente, sus defensores y sus enemigos, y que a ninguno de los dos puntos de vista les falta, como siempre pasa, su parte de razón. La verdad es que los hombres no han conseguido todavía una sola idea que no tenga ninguna razón; a la humanidad le falta aún mucho camino por andar. El vagabundo, que es, sin haber tenido en ello arte ni parte, un viejo occidental, antepone, ¡y qué le va a hacer!, la calma a la mecánica, aunque, sabe bien que sus ideas, si es que esto son ideas, están llamadas a ser no más cosa que históricas y enmohecidas piezas de museo; el mundo, cada día que pasa más cercano a su aburrido final, tiende hacia las máquinas y las estadísticas, aun a trueque de olvidar los bellos nombres de las estrellas, la delicada color de las florecillas silvestres y el sabor del aire cuando Dios amanece• sobre el campo abierto. ¡Qué le vamos a hacer!"

Para ilustrar el paso por la industria, en la serie de televisión se ubicaron en el barrio bilbaino de Zorroza. un buen reflejo de las zonas industriales de los márgenes de la Ría de Bilbao. Además en 1990, aun se conservaba el aspecto gris tan característico de estos lugares que posteriormente ha desaparecido en muchos lugares.

Después el Vagabundo y Dupont cruzan la ría y se van a Plentzia, donde se encuentran con Fermín Cuartango, el vinatero. Pero esa es otra historia que animo a seguir, bien en versión literaria o cinematográfica.
En este capítulo su destino lo acerca al final. Antes de llegar a ir un son invitados a un bautizo, del que salen con dinero. La suerte igualmente les permite encontrar un monedero que a su vez les da de comer. Tras su paso por San Sebastian se dirigen a la frontera. Desde allí ven el país de Dupont, pero no entran, un Guardia Civil e lo impide. Pero aprecian que lo que hay aquí y allá en muy similar. Tras dejar atrás la isla de los faisanes, tan compartida como olvidada, van a Vera  Bera, en donde hablan de los Baroja, del más importante del pasado, Don pío, pasando por los recuerdos que el Vagabundo tiene del hermano del anterior, Ricardo, recondando sus charlas sobre el cine y el prestigio, pero también de don Julio Cato Baroja y sus mucha sapienciq. Prosiguen las charlas y el camina, peto en un momento do, en el bosque, Dupont le dice que hasta allí ha llegado . Tras un abrazo , se despiden sin aspavientos, con calma, pues el camino sigue, aunque nadie sabe donde lo llevará.
Bautizó
El crítico del diario "El País" Jordi Batlle Caminal publicaba el 11 de noviembre de 1990 (TVE-1, 23.30). que " Con el episodio Trancos galicianos comienza esta nueva serie, dirigida por Pepe Briz y basada en un guión de Camilo José Cela. El actor Antonio Ferrandis actúa como narrador. La serie es la historia de dos vagabundos que recorren la cornisa cantábrica y se dedican a degustar los vinos y manjares de esta región. El recorrido de hoy se centra en Galicia, concretamente en Santiago de Compostela, Orense, La Coruña, Betanzos, Mondoñedo y Ribadeo."
El propio Briz afirmaba en esos años que se mostraba preocupado: «La reciente concesión del Nobel a Cela puede ser un arma de doble filo para la serie», asegura. «Los programadores de TVE podrían colocarla en una banda horaria estelar y hacerla fracasar. Del Miño al Bidasoa es, ante todo, un programa cultural. Puede satisfacer a un sector de audiencia con cierta predisposición, pero no es un producto de evasión para todos los públicos. Pienso que va a satisfacer, pero a los conocedores de Cela». En cuanto a la adaptación de los guiones, José Briz afirmó que no ha sido fácil: «Nos ha preocupado mucho la autenticidad y, aunque hay algunos cambios, la adaptación es lo más fiel que nos ha sido posible».
José Briz, resalta que uno de los mayores méritos de Del Miño al Bidasoa, es la calidad de los textos del recién nombrado Premio Nobel. «Además», asegura, «el género de viajes es muy televisivo. Mucho más que de pantalla grande, que exige una mayor riqueza documental».
La serie ha sido rodada con sonido directo y estética realista. Más tarde se realizó la grabación de música, de Bernaola, las mezclas y tiraje de copias. Para reflejar ese carácter literario los cuatro capítulos empiezan de la misma manera:“Del Miño al Bidasoa, dando vueltas, revueltas y contravueltas el vagabundo - servidor - se fue entreteniendo, como un viejo fotógrafo de romería, en sacar clisés al minuto de aquello que le divirtió y que confía en sur podrá divertirle a usted".

La setie, muy literaria, más teatral en ocasiones por el tono del protagonista, que narrativa no llega a enganchar al espectador. Aunque indudablemente tiene el encanto de ver proyectado en imágenes lo que , en su momento, fue imaginado y lo que te invitó en su momento, sobre todo tras este tipo de lectura, a viajar acompañado de una mochila y a sabiendas de que las estrellas podían ser, y, a veces, eran las mejores compañeras de ese vagabundo que algún día fuimos todos.

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