lunes, 16 de julio de 2012

Cuarenta años más tarde


Corría el año 1973. Era verano y estábamos en casa de mi tío, en el campo. Su suegro, Recaredo, preparaba un extraño artilugio en el porche de la casa. Cuando se hizo de noche aquello empezó a funcionar. Mis hermanos y yo, junto a mis primas, íbamos a tener una sesión doble. De primero unos cortos de Disney –creo que era de Mickey- y otra película de un señor que era un clásico y del que habíamos visto algunas películas cortas por televisión: era Charles Chaplin, aunque para nosotros era Charlot. La película que ponía fin a esta sesión doble era El Chico.

El Chico (The Kid) (también conocida  en otros lugares, según países como  El Muchacho, El Chicuelo, El Chamo o El Pibe) es una película muda de Charlie Chaplin estrenada en 1921. Los interpretes son Charlie Chaplin como El Vagabundo, Edna Purviance como  Edna y Jackie Coogan como El Chico. A ellos se le sumaban Tom Wilson (Policía), Henry Bergman y Lita Grey (Ángel de la tentación). La obra fue escrita, dirigida, producida, musicalizada (en 1971) y protagonizada por Charles Chaplin.
En esta película no sólo el peso lo llevaba este director y actor, sino también el pequeño Jackie Coogan como co-protagonista y estrella infantil. Se trata de lo que se conoce como un mediometraje, pues dura sólo 51 minutos (aunque yo he leído en otros sitios que dura 65 minutos, e incluso 88 min).

Por la fecha indudablemente es una película muda y en blanco y negro. Es una de las pocas películas del cine mudo que han mantenido su popularidad hasta nuestros días.
 

 Se rodó, entre el 30-VII-1919 y agosto de 1920, en escenarios reales de Los Ángeles (Olvera Street) y Pasadena (Colorado Street Bridge) y en los platós de Chaplin Studios (Hollywood, L.A.). Fue producido por Charles Chaplin para Chaplin Productions y First Internacional, y se proyectó por primera vez en público, en una sesión de preestreno, el 21-I-1921 (NYC).



La acción dramática tiene lugar en una ciudad y con dos momentos: una, parece ser según por lo que he leído, coincide con el abandono del chico y su encuentro con Charlot (1915) y otro, cinco años más tarde (el presente de la peli, 1919/20).  Una joven madre soltera, pobre y sola, abandonada y olvidada por su compañero – parece que un artista, al que vemos tirar al fuego la foto de la madre- y sin ayudas familiares. 
Para algunos es el primer largometraje y primer film mayor del realizador Charles Chaplin (Londres/RU 1889 – Suiza 1977). El guión, elaborado por el propio Chaplin, combina ficción y elementos de carácter autobiográfico e hiperrealista, que hacen de éste el que muchos consideran su trabajo más personal. La fotografía correspondió a Roland TotherohEdna (interpretada por Edna Purviance), acaba de dar a luz a un hijo no deseado en el Hospital de Caridad de la ciudad. 

En un momento de desesperación, lo abandona en el interior del Rolls Royce (modelo Silver Ghost) que  está aparcado frente a una gran mansión de, al parecer, una familia multimillonaria. Nada más abandonarlo en el interior del coche, y tras dejar una nota en que brevemente pedía que se hicieran cargo de su hijo. Pero unos delincuentes que se roban el auto, dejan al bebé abandonado en la esquina de un barrio marginal. Es allí donde lo encuentra un alegre, despreocupado e inocente vagabundo (interpretado por Charlie Chaplin), quien si bien en varias ocasiones intenta deshacerse de semejante responsabilidad, se compadece de él y decide adoptarlo y asumir su crianza. Pero el destino decide que lo recoja un vagabundo, que se convierte en su padre adoptivo. La madre, arrepentida busca el coche para recuperarla, pero al no encontrarla se desespera y entra en la mansión.
Charlot, de unos 25 años, es de buen corazón, soñador, melancólico, pillo y tramposo, aunque previamente intenta endosárselo a una señora que pasea con su carrito, pero tras la llegada de la policía se lo lleva a casa.

Vive en un barrio marginal, en una casa de mala muerte. Al llegar unas “señoritas” que están en la puerta le preguntan como se llama el chico, y tras pensarlo brevemente le da el nombre de John.
Tiene problemas constantes con la policía y sobrevive gracias a los trabajos marginales que le proporciona su condición de pícaro. El chico, de 5 años, es vivaracho, desenvuelto, listo y cariñoso. Se convierte en un firme apoyo del padre en las tareas de la casa y en el trabajo. El padre se preocupa de él y le enseña a asearse, a hacer el desayuno y la comida que intentan repartir justamente, y forman un magnífico equipo de trabajo.

Viviendo pobremente en un suburbio pero a la vez tranquilos y felices, el bebé crece y se convierte en un muchacho de cinco años interpretado por Jackie Coogan. Junto a su padre adoptivo sobreviven en base a divertidas pillerías.
Una especialmente lucrativa: convence a John de lanzar piedras contra  los cristales de las casas y el se presenta como un cristalero salvador. Así hasta que la policía se da cuenta y persiguen a ambos.
Edna, quien se ha convertido en una famosa y adinerada actriz, que recibe flores de desconocidos, pero que intenta mitigar en parte el constante dolor de haber perdido a un hijo, y suele descender a los suburbios a repartir juguetes entre los niños pobres; entre ellos un día descubre a John al que regala una pelota y un juguete, parece un caballito.
Un día el chico baja a la puerta de la calle y se encuentra con un matón que le quita los  regalos de Edna. Esto da lugar a una pelea entre ambos chicos, aunque el más alto y matón sale mal parado. A su auxilio llega el hermano mayor que le dice que su hermano tiene que ganar a John y que si no él le pega una paliza a Chaplin. Los chicos se pelean y sale airoso el chico.
Así que comienza la pelea entre Charlot y el hermano mayor. Éste es fuerte, aunque Chaplin es ágil lo que no impide que se lleva algunos mamporros. Con gran habilidad de Charlot favorece a u victoria. Tras la misma descubre que John tiene fiebre. Con la ayuda de Edna envía en médico. Éste al preguntar por su hijo descubre que no es el padre, aunque Charlot comenta que es como un padre, enseñándole la nota que encontró junto al bebé.
Sin embargo, el doctor llama a la Asistencia Pública que se presentan para llevarlo. Tras un forcejeo lo consiguen, aunque Chaplin logra meterse en el vehículo.


Mientras, Edna llega a la casa y se encuentra con el médico. Cuando Edna ve la nota que Chaplin había guardado por tanto tiempo como único antecedente de los orígenes del John, se da cuenta que se trataba del mismo hijo que había perdido. 

Tras una larga e intrépida persecución por tejados incluidos Chaplín logra subirse al coche y recuperar al niño.


Finalmente Edna y el Chico se reencuentran como madre e hijo, y Chaplin – que no sabe el paradero del chico se queda dormido en la puerta de su casa. Comienza a soñar con un mundo angelical, en dónde también aparecen diablillos y ángeles  tentadores, en donde el barrio cambia y se vuelve celestial, y se vuela.

Más tarde, un policía lo despierta y es invitado a la casa. Allí se le ofrece vivir con ellos en su lujosa casa; curiosamente, la misma casa en que años antes había dejado a su hijo dentro del automóvil.
Chaplin se inspiró en la crudeza de su infancia y contiene un fondo autobiográfico importante, que recoge recuerdos de infancia del autor, como la situación de pobreza familiar, su separación forzada de la madre, la dura experiencia de dos años de reclusión en un asilo para niños, etc. Le impulsa a escribirlo la frustración que le produce el fallecimiento (10-VII-1919) de su primer hijo, Norman Spencer, nacido prematuro 3 días antes con malformaciones genéticas. Fue una película excepcional, en la que plasmó mucho de sí mismo. Se incluyeron muchos efectos especiales novedosos para la época.

Otro dato interesante, pero a la vez desilusionante, es el alcoholismo de Edna Purviance. Solía llegar tan ebria a las grabaciones, que en muchas oportunidades, Chaplin pensó en reemplazarla por otra actriz. Lita Grey, quien en la escena del sueño del vagabundo interpreta al "Angel de la tentación", que fue posteriormente esposa de Chaplin (había quedado embarazada de éste con sólo 16 años de edad) pero se divorciaron al poco tiempo por problemas personales.
El film suma comedia, drama, pobreza, familia y cine mudo. Técnicamente es un largometraje, de acuerdo con la definición en vigor de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas (EEUU), el American Film Institut (EEUU) y el British Film Institut (RU), ya que su duración es superior a 45 minutos.
El 30-VII-1919 inicia el rodaje del film, movido por un afán de perfeccionismo que le lleva a repetir una y otra vez las escenas, hasta totalizar un promedio de 53 tomas por cada una de las seleccionadas y montadas en la cinta.
En esta película, a partir del primer rótulo en el que se expresa que el film es para provocar una sonrisa, o tal vez una lágrima, la narración utiliza todos los registros para entender el abandono, el sentido social de la maternidad, el acogimiento, la educación, la caridad, la actitud de las instituciones y el cariño de los padres adoptivos. La película tiene detalles autobiográficos, ya que la infancia de Chaplin se desarrolló entre abandonos, hospicios e instituciones.
Jackie Coogan como niño actor se hizo muy famoso y empezó a filmar una serie de largometrajes basados en personajes marginales que luchan contra la incomprensión, injusticia y los prejuicios. Los roles infantiles y más tarde adolescentes incluían: Tom Sawyer, Oliver Twist y Robinson Crusoe Jr. Lamentablemente casi todos estos filmes han sido destruidos por el tiempo y el descuido. Coogan terminó su carrera como actor de reparto y comediante, mejor recordado como el tío Lucas (Fester) en la serie de televisión La familia Addams (Addams Family 1964-1966.)

Hay que ver lo increíble que está ese pequeño actor, dando al cine uno de los papeles infantiles más recordados y auténticos que he tenido el placer de contemplar. El pequeño se muestra tan convincente, transmitiendo tanto amor hacia su padre, y Charlot tan entregado como progenitor abnegado que defiende y protege a su hijo ante viento y marea, que a una se le parte el alma.

El entrañable Charlot logra, como nunca, hacer una película de una emoción inmensa con el fin de removernos por dentro con sus vicisitudes al hacerse cargo de un bebé abandonado por su madre, que no puede cuidar de él.
El pobretón, tierno, romántico, pillo y optimista Charlot resulta ser el padre ideal para el niño. Aunque no tiene bienes materiales que proporcionarle, sí le da lo más importante: un gran amor. Juntos forman un equipo simpático y bien compenetrado, urdiendo medios para salir adelante. La más que conseguida ambientación de miseria del entorno en el que viven se muestra de un modo desenfadado, sin pretender cargar las tintas ni dramatizar en exceso con respecto a las muchas carencias que padecen. Chaplin siempre sabe crear un tono que no se regodea en lo dramático, pero que no se priva de desbordar los sentimientos más bellos. Cuando uno ve al padre y al hijo, cuando palpa ese amor que se tienen cuando uno advierte que todas las riquezas del mundo son inútiles si falta un cariño como ése... Cuando te das cuenta de que ese niño posee la mayor riqueza, que es el corazón de un padre, todo lo demás es secundario... Juntos, podrán ir tirando mientras comparten lo más hermoso que existe en esta vida.
Y, para completar la fuerza emotiva del film, están la fotografía y los efectos visuales, fantásticos para la época, la ya nombrada ambientación que refleja el submundo de los desheredados, y la impecable música compuesta por el mismísimo Chaplin cincuenta años más tarde.

La película responde a uno de los verdaderos poemas visuales nos dejó el cine mudo. Por medio de la  sencillez y esa nobleza de sentimientos tan pura, esa comicidad tan física y tan imitada, lo que son ahora recursos humorísticos tan utilizados y gastados, que te devuelven a la inocencia, a la ilusión del cine. Llama la atención la época, estamos hablando de conciencia social a inicios del siglo XX.

El actor, guionista y director londinense Charles Chaplin (1889-1977), tras rodar alrededor de un centenar de cortometrajes en los que desarrolla y perfecciona sus aptitudes cinematográficas, crea su primer gran filme, la historia de amor entre un padre y un hijo adoptivos en un mundo de miseria y violencia, donde la única forma de sobrevivir es la picaresca: estafar, sacudir al prójimo y huir de los policías.

El relato es sencillo, como un cuento de hadas, y desborda ternura y cariño. El resultado es una obra entretenida, conmovedora, cautivadora e inolvidable. Consigue un nivel extraordinario de intensidad emocional sin caer en sentimentalismos vacíos, vanos y superficiales. Combina sabiamente humanismo y lirismo, comedia y drama, humor y melancolía. Es una de las más bellas películas sobre la infancia y, al mismo tiempo, es una hermosa película sobre la paternidad, la familia y la educación.

Es de esas películas sencillas a las que se les saca todo el contenido posible con una rotundidad aplastante; cierto que el drama es evidente y la cinta no presenta ningún giro inesperado, incluso introducen un “Mundo soñado” una especie de Dreamland para completar, eso sí este pasaje es muy ingenioso y la película se cierra bien, consigue arrancar la risa y quizás alguna lágrima...cuarenta años más tarde de aquella primera vez.

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